Chespirito: Sin querer queriendo bajo la lupa Crítica y controversia

En Perú, como en el resto de América Latina, el legado de Chespirito – Roberto Gómez Bolaños – es parte de nuestra infancia colectiva. Pero su nueva bioserie, Chespirito: Sin querer queriendo, estrenada el 5 de junio de 2025 en Max (antes HBO Max), ha encendido una mezcla de nostalgia y polémica.
Con el respaldo creativo de sus hijos, la producción alterna entre admiración y cuestionamientos. A continuación, profundizamos en lo que dicen los críticos, los involucrados y los espectadores que crecieron con su humor blanco característico.
Estructura de la producción
La serie, escrita por Roberto y Paulina Gómez Fernández y dirigida por David “Leche” Ruíz y Julián de Tavira, ofrece un recorrido sentimental por la vida del comediante. Usa una narrativa no lineal que mezcla infancia, juventud y su éxito mundial.
Para el columnista Álvaro Cueva, es “lo más bonito que se verá en 2025”, un verdadero acto de ternura y orgullo mexicano que retrata con valentía los momentos más personales de su existencia. Asimismo, medios como Moviementarios destacan que la producción no evade las sombras: tocando rencillas, frustraciones, momentos de duda, y lo humano tras el humor.
La estética y fidelidad histórica
, interpretado como Marcos Barragán. Su ausencia refleja la ruptura que tuvo con Bolaños, reluciendo tensiones y un distanciamiento que resuena como parte de los conflictos detrás de cámaras.
Sombras históricas
La producción aborda otros momentos oscuros, como los conflictos laborales, las disputas por derechos de personajes, e incluso sus giras en dictaduras —salpicadas de críticas por presentarse en Chile bajo Pinochet, por ejemplo—, perspectivas que él mismo defendió en su autobiografía Sin querer queriendo (2005).
Conclusión
Para los espectadores, la bioserie es una ventana al hombre detrás del ícono que marcó varias generaciones, especialmente desde la década de 1970 hasta la de 1990. Evita la mitificación completa: muestra a un talentosísimo pero también conflictivo, cercano y humano, que se enfrentó a dilemas personales y profesionales. Si bien no apela a lo más crudo como un documental investigativo, ofrece una producción pulcra, emocional, con valor nostálgico y dramatismo bien planteado. Chespirito: Sin querer queriendo no es una obra perfecta, pero sí un homenaje con mucha emoción y reflexión. Hay luces—la estética, las actuaciones, la valentía de los guionistas en explorar zonas oscuras—y sombras—la narrativa confusa, ciertas omisiones y la ausencia de voces clave como Florinda Meza y Carlos Villagrán. Para aquellos que siguieron a estos personajes en cualquier época, es una invitación a reencontrarse con su humor y sus dilemas. Para los curiosos, una biopic elegante que plantea más preguntas que respuestas. En ese equilibrio de cariño y controversia, se descubre su mayor aporte: humanizar a uno de los hombres más queridos de la comedia latina.